Esta semana inició la 54ª edición del Foro Económico Mundial en Davos, un encuentro anual centrado en la reconstruir la confianza a través del diálogo constructivo entre naciones y grupos de interés para abordar principios clave como la transparencia, la coherencia y la rendición de cuentas en los ámbitos económicos, tecnológicos y medioambientales.

En un escenario donde las crisis geopolíticas, los avances tecnológicos y el cambio climático generan una incertidumbre global sin precedentes, el Foro de Davos 2024 se presenta como una oportunidad para ir más allá del simple diagnóstico de los desafíos y en su lugar dirigir la atención hacia soluciones efectivas a través de la reflexión y la acción.

Además de los participantes en este encuentro, entre ellos gobiernos, organizaciones internacionales, emprendedores y líderes de la sociedad civil, nuestros conferenciantes Thinking Heads han aportado su visión única para contribuir a un futuro más sostenible, resiliente y confiable bajo los cuatro ejes temáticos: Seguridad global y cooperación, Inteligencia Artificial como palanca económica y social, Competitividad y empleo del futuro, y Clima, medioambiente y energía.

Seguridad y cooperación en un mundo fracturado

Hoy ya no se habla de países llegando a consensos con otros países, sino de regiones. En este mundo reglobalizado en el que factores como el populismo, la polarización y la propaganda están estableciendo un nuevo orden mundial, nos encontramos obligados a reinterpretar la globalización y a fortalecer el compromiso a largo plazo con gobiernos, organizaciones internacionales y expertos.

De acuerdo con Manuel Muñiz, Provost de IE University y secretario de Estado en el Ministerio de Asuntos Exteriores de España (2020-2021), este compromiso pasa por saber afrontar los riesgos en materia de geopolítica:

“El gran reto en el 2024 será gestionar el riesgo geopolítico. No solamente en sus manifestaciones más evidentes que son Ucrania, la guerra en Palestina, y el conflicto entre China y EEUU, sino sobre todo en su dimensión agregada. Es cada vez más complejo navegar en un entorno internacional más volátil e impredecible. Lo es en lo político y diplomático, y también en lo económico. Como ejemplo: en el 2023 los estados impusieron cerca de 3000 medidas de restricción al comercio internacional. Este proceso de creciente complejidad en el ámbito internacional plantea un reto a los gobiernos y las empresas. Por ello, uno de los retos del 2024 será adaptarse a ese entorno. Desarrollar capacidades de prospectiva estratégica y de respuesta a riesgos políticos y geopolíticos”.

La inteligencia artificial como palanca económica y social

No cabe duda que la IA supone un impulso a la productividad y la competitividad. Sin embargo, también supone un riesgo para la educación y las habilidades sociales más elementales. Es lo que Mariano Sigman, uno de los neurocientíficos más destacados del mundo y autor de “Artificial” llamó “sedentarismo cognitivo” en nuestro #Top100Live. Es decir, la pérdida de la capacidad de calcular, de mantener la atención o de realizar durante un tiempo un esfuerzo deliberado para resolver un problema difícil.

Ante este fenómeno causado por la IA y el riesgo que presenta en ámbitos empresariales tales como la privacidad, la ciberseguridad y el capital humano, robustecer los marcos educativos se vuelve una prioridad.

En este sentido, Monique Morrow, cofundadora de The Humanized Internet y CTO de Cisco (2012-2016), argumenta que “en un contexto en el que la AI generativa supone un desafío a la propiedad intelectual, el uso responsable que hagamos de ella va a depender de otros factores de riesgo, como son la ciberseguridad y privacidad. Ante esta situación, debemos diseñar marcos de acción más inclusivos que incorporen la IA en los planes educativos y laborales del futuro”.

Competitividad, crecimiento y empleos para una nueva era

La inteligencia artificial no solo abarca el espectro educativo, sino también el económico. Lucía Velasco, economista especializada en el impacto social de la tecnología y Policy Fellow en STG (EUI), va más allá y asegura que en el contexto de las discusiones en Davos, la Inteligencia Artificial (IA) se presenta como un tema de mucho impacto en la transformación del mercado laboral mundial:

“Esta tecnología ofrece una combinación de oportunidades y desafíos: por un lado, un potencial indiscutible para aumentar la productividad y la eficiencia en la mayoría de sectores; por otro, la amenaza del desplazamiento laboral, especialmente en economías avanzadas donde predominan los trabajos cognitivos o del conocimiento. Este escenario complejo subraya una realidad más amplia:  algunas economías están preparadas para beneficiarse de la IA, mientras que otras, en particular la mayoría global, corren el riesgo de quedarse atrás, lo que podría ampliar la brecha digital planetaria.

Las repercusiones de la IA en la desigualdad de ingresos y riqueza son profundas y variadas. La disrupción que causa no se limita a los trabajos de baja cualificación o repetitivos; con la inteligencia artificial generativa también afecta a trabajos de mayor cualificación y por tanto de mayores ingresos. Este nuevo shock podría incrementar desproporcionadamente los ingresos de unos pocos, agravando las disparidades existentes. Las decisiones de los países en cuanto a la regulación de la IA, la definición de derechos de propiedad y las políticas fiscales influirán significativamente en el manejo de todas estas desigualdades que se verán potenciadas por los últimos avances y la adopción masiva, esta vez sí, de la tecnología. La política será fundamental para reducir o aumentar la brecha económica generada por la incorporación de la inteligencia artificial.

Frente a estas dinámicas  se hace evidente la necesidad de un enfoque estratégico y diferenciado para distintas economías. Las economías avanzadas deberían enfocarse en liderar la innovación desde una perspectiva responsable, pensando también en la cadena de suministro de la inteligencia artificial, apoyadas por un marco regulatorio sólido. Para los países en rápido crecimiento, es crucial priorizar la construcción de infraestructuras básicas y el fomento de la alfabetización digital. En todos los casos, es imprescindible desarrollar redes de protección social inclusivas y programas de cualificación exhaustivos e integrales. Pasos fundamentales para asegurar que la transición hacia un futuro impulsado por la IA sea más justo y más inclusivo, permitiendo a las comunidades globales aprovechar eficazmente su potencial sin perder derechos en el camino”.

Una estrategia a largo plazo para el clima, la naturaleza y la energía

Después de grandes reivindicaciones medioambientales, como la COP28 y la Cumbre del Futuro –a celebrarse en septiembre de este año– alcanzar objetivos de neutralidad de carbono en 2050 se ha consolidado como la máxima preocupación medioambiental de nuestro siglo.

Gonzalo Delacámara, director del Center of Water & Climate Adaptation en IE University y destacado líder de opinión en cambio climático, sitúa como prioridad climática el camino hacia la descarbonización:

Hace apenas un mes casi todos los países del mundo acordaron en la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático (COP28), celebrada en Dubái, “hacer una transición para abandonar los combustibles fósiles”, el principal impulsor del cambio climático, en la cumbre climática COP28 en Dubai. Es la primera vez que se alcanza un acuerdo de esta clase en 28 años de negociaciones internacionales sobre el clima. No hay una visión unívoca, sin embargo, sobre si ese compromiso (“transitioning away”, frente a la eliminación gradual o “phasing out”), es en realidad suficiente para acelerar la acción en el cumplimiento de los objetivos no vinculantes de reducción de emisiones del Acuerdo de París (2015). En realidad, el acuerdo de Dubái incluye una larga serie de letanías suficientemente vagas como para permitir avanzar en cualquier sentido, pero un acuerdo impreciso es en este caso mejor que un acuerdo inexistente.

Si bien se han conseguido ya acuerdos importantes en relación con las “pérdidas y daños” causados ya por el cambio climático en determinados países, es imprescindible avanzar en nuevos compromisos financieros que garanticen la transición anteriormente señalada y un avance nítido en la que podría considerarse como la “hermana pobre” de la lucha internacional contra el cambio climático: la adaptación a los impactos ya existentes, pues si conjugamos a veces el futuro para hablar de cambio climático es por pura inercia gramatical: los impactos son severos en buena parte del mundo.

La hoja de ruta para una parte de la lucha contra la emergencia climática (la mitigación de los impactos presentes y futuros), es clara: hasta 2050 viviremos el mayor cambio estructural que quizás nunca experimentemos respecto a la economía mundial: la descarbonización. Ésta es inviable en ausencia de una profunda transición energética, que entre otras cosas tendrá que vencer obstáculos como la peor crisis energética en 50 años, amplificada por la invasión de Ucrania, o la dificultad para garantizar el suministro mundial de materiales críticos para la transición. Y la transición energética en sí tampoco sería posible sin una transformación equivalente en la movilidad de personas y mercancías. Sin embargo, no existe una hoja de ruta equivalente para la adaptación al cambio climático, que demanda una transición equivalente en la gestión de los recursos hídricos y el territorio”. 

  Lo cierto es que lograr un futuro más sostenible y confiable dependerá de cómo gestionemos los grandes retos que se avecinan. Como agencia de conferenciantes, nos enorgullece ser parte de esta conversación global que, sin duda, dejará una huella duradera en el camino hacia un mañana más resiliente.

Te invitamos a conocer a nuestros Expertos Thinking Heads en nuestra red global de conferenciantes. Si lo que necesitas es más información sobre alguno de nuestros speakers o servicio integral de conferencias, contáctanos en speakers@thinkingheads.com.