Vivimos en una época en la que la reputación es una parte vital del éxito. Cuando compras un producto o eliges un servicio tienes a nuestra disposición más información que nunca antes sobre las características del mismo.

Para ayudarte a tomar decisiones al respecto, es normal que busques la valoración de otros, la opinión de voces en las que confías y que pueden ayudarte a despejar tus dudas. ¿Qué hay que hacer para ser depositario de esa confianza, qué factores funcionan de palanca para activar la recomendación?

Existen múltiples elementos que influyen en intangibles como la confianza, la credibilidad y la reputación, pero todo se reduce a tres dimensiones: lo que haces, dices y eres. Si no haces lo que dices no tendrás una buena reputación, como tampoco lo harás si pretendes ser algo que no eres. Esta coherencia viene dada por un necesario trabajo del posicionamiento personal, el proceso a través del cual te sitúas en el lugar donde quieres que los demás te vean.

¿Cuáles son las ventajas del posicionamiento personal?

Invertir en tu posicionamiento personal tiene ventajas tangibles que repercuten no solo en ti, sino en tu organización.

Valor diferencial

A través del posicionamiento personal eres capaz de conocerte mejor, de identificar y fortalecer ese “algo” que puedes aportar a los demás y que te hace único. El posicionamiento personal no es lo mismo que la marca personal -la imagen que perciben los demás de uno mismo-; el posicionamiento personal un proceso de construcción de uno mismo, con base en el valor único que verdaderamente uno es capaz de aportar, para más tarde comunicarlo al resto. La “marca” debe ser la consecuencia de lo que uno es, y no al revés. Por ello, el primer paso es identificar qué te hace útil, valioso y fiable, para después trabajar una estrategia acorde. Por tanto, el posicionamiento personal tiene mucho que ver con la autenticidad: no se trata de parecer, sino de ser.

Aprendizaje continuo

Una vez identificado ese elemento único que puedes aportar, debes dedicar esfuerzo a trabajar y mejorar tu expertise en este ámbito, especializándote cada vez más. El posicionamiento personal motiva la mejora continua, por uno mismo y para uno mismo.

Rentabilidad económica

El posicionamiento personal se centra en el proceso, no en el resultado. Los beneficios, ya sean económicos o reputacionales, llegarán como consecuencia de un trabajo previo de generar valor, pero no antes. Si la audiencia a la que te diriges percibe que esa generación de valor motiva la actividad de una persona, podrás ser depositario de su confianza. Esta confianza puede materializarse en términos económicos, además de en influencia y reconocimiento.

Reputación corporativa

En el caso de los dirigentes de empresas, hoy sabemos que existe una simbiosis entre la reputación de ambos. Si el CEO de una empresa tiene una magnífica reputación, revertirá positivamente en la de esta. El valor que el directivo aporte no solo le beneficiará a él o a ella, sino que quedará asociado a la marca. Muchas empresas cuidan el posicionamiento de sus CEO porque son conscientes del valor inmenso para el conjunto de su organización, más aún en esta tercera ola de transparencia en la que ya no importa lo que haces, sino cómo y por qué lo haces.

Los beneficios de trabajar tu posicionamiento personal revierten a nivel individual y colectivo, y a largo plazo. Dedicar esfuerzos hoy comportará resultados mañana. Una empresa con buena reputación es una empresa aventajada por un importante activo competitivo.

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