Así se titula un artículo publicado por el IESE que me va a servir de base para las próximas líneas. Seguro que has ocupado este rol o lo harás próximamente porque cada vez hay más personas con perfil generalista ocupando puestos de responsabilidad intermedia, es decir, son responsables a nivel integral de una unidad de negocio concreta dentro de la compañía y desarrollan su trabajo por debajo de la dirección general y por encima los responsables de cada área funcional (marketing, operaciones, finanzas y administración).
Los que ya hemos estado en esa posición, podemos afirmar que probablemente sea el puesto más complicado dentro de una organización por varios motivos que expongo a continuación.
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1. Aparecen relaciones a tres bandas
Como subordinado, debe cumplir con los resultados que le exigen desde arriba y, por tanto, deberá acostumbrarse a recibir órdenes.
Como igual, debe mantener relaciones transversales con sus colegas. Surge así la coordinación con otros departamentos, reuniones o la colaboración puntual en ciertas tareas.
Como superior, debe relacionarse con sus subordinados, darles la información que viene desde arriba o motivarles a diario. De hecho, sólo podrá dirigirles con éxito si obtiene su aprobación.
Por tanto, las relaciones interpersonales son muy importantes pues hay un jurado que podrá influir en la trayectoria del gerente general dándole o quitándole su apoyo.
2. Es entrenador y jugador al mismo tiempo.
Dentro de las características del propio puesto, el jefe intermedio debe planificar, conducir y delegar, pero a veces se siente obligado a trabajar como uno más del equipo. Por tanto, desempeña una doble faceta porque planifica, pero también actúa.
Debe saber en qué momentos quedarse en la estrategia y cuándo pasar a la acción y buscar un equilibrio entre ambos escenarios.
3. Traduce información abstracta
En general, recibe directrices complejas que debe traducir a su equipo para conseguir un mejor entendimiento. Es decir, debe cambiar el idioma estratégico de sus superiores por el idioma operativo de sus subordinados.
Es necesario adaptar el mensaje, utilizar los canales adecuados y darle nuestro toque personal para que sea percibido de manera empática y cercana.
4. No se limita a recibir órdenes, también toma decisiones.
Desde dirección se ponen unos objetivos concretos porque saben qué necesitan o qué quieren conseguir. Pero no suelen especificar cómo deben conseguirse esas metas.
Por tanto, tiene que asumir la difícil tarea de analizar el contexto, definir la estrategia y decidir las acciones concretas. Y después debe comunicarlo tanto a superiores como a subordinados.
5. Busca el equilibrio a la hora de evaluar el trabajo
La alta dirección puede evaluar al gerente en base a beneficios o pérdidas, pero éste debe evaluar a sus subordinados en términos distintos.
Así aparecen métricas cuantitativas como costes, cifra de ventas, ratio de conversión o rotación de personal… y métricas cualitativas como el compromiso del equipo, el reparto eficiente de tareas o la variedad y amplitud de las actividades.
6. Responsabilidad versus autoridad
Esta es la asignatura pendiente de muchas empresas, pues normalmente se supone que el gerente intermedio tiene responsabilidad plena sobre su unidad de negocio, pero muchas veces no tiene la autoridad que se merece.
Suele necesitar la colaboración de sus iguales para conseguir los objetivos generales y su autoridad puede quedar en segundo plano.
7. Tiene en cuenta el escenario político
Necesita la aprobación de sus superiores y subordinados, cada uno con sus propios intereses, ambiciones, objetivos y personalidad. Y esta convivencia puede no ser pacífica.
Pero todos son parte de la organización y tendrá que lidiar con situaciones difíciles.
8. Aparece la resistencia al cambio
Normalmente, un gerente general ha sido primero responsable funcional de un área concreta (marketing, operaciones, finanzas o administración). Es decir, ha pasado de ser especialista para desarrollar un trabajo más generalista.
Hay personas que odian los cambios. Algunos pensarán que no está preparado para asumir el nuevo cargo o simplemente querrán sabotear cualquier modificación que se produzca en la empresa y las tareas diarias.
Serán personas resentidas con las que igualmente tendrá que trabajar a diario.
9. Estudiar la organización formal e informal
La documentación sobre procesos, organigramas, filosofía de trabajo, procedimientos e instrucciones sobre determinadas tareas, conforman la organización formal del trabajo. Pero esta información la mayoría de las veces no se cumple al 100%.
Siempre hay una desviación sobre lo que está escrito en el papel. En el transcurso de las actividades diarias y relaciones interpersonales, el gerente irá descubriendo la estructura informal de la organización.
10. Hay un gran desafío y una buena oportunidad
La definición y alcance del trabajo del gerente intermedio suele ser imprecisa, de ahí que estemos ante un gran reto cuando aceptamos el cargo. Por eso es necesario asumir que será un puesto imperfecto.
Pero, precisamente, esta imperfección es perfecta para embarcarse en una nueva aventura y encontrar nuevas ventajas y oportunidades, como dirigir el cotarro, mayor responsabilidad o sentir que aportas valor a algo grande.
¿Qué debe hacer para que el camino sea más fácil? ¿Cómo abordará el puesto con éxito?
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Debe saber con quién relacionarse, mediar ante situaciones de conflicto e incluso comunicar su forma de entender el puesto que desempeña.
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Por un lado, necesita visión global y amplitud de miras. Y por otro, cierta capacidad para adaptarse a cada situación e involucrarse directamente en el corto plazo.
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Saber leer entre líneas y pulir la información recibida desde arriba antes de transmitirla a los subordinados.
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Tener la capacidad de trazar un plan estratégico con las acciones concretas que se pueden implementar en cada área funcional para alcanzar los objetivos marcados desde la dirección.
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Debe dominar la evaluación del desempeño desde una perspectiva más amplia y realista, con profesionalidad y conociendo información más específica.
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Tiene que aceptar su responsabilidad, aunque no tenga autoridad en determinadas situaciones y reconocer que necesita colaborar con otras personas.
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Debe saber quiénes son sus amigos y sus enemigos para poder encajar presiones y posibles conflictos.
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Ser objetivo, neutral y liderar a través del ejemplo para demostrar su valía y aumentar la confianza en él y en su trabajo como gerente general.
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Deberá mantener una actitud crítica cuando valora posible información contradictoria, guiarse por su intuición y ser reflexivo.
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Conservar una mentalidad abierta para explorar, equivocarse, formarse, aprender, asumir las imperfecciones del puesto y disfrutar del viaje.
Los que ya hemos estado ahí, podemos confirmar la dificultad del puesto. Es verdad que hay que tener en cuenta muchos aspectos, pero al final el trayecto es tan fascinante que merece la pena ser gerente general de nivel intermedio.
Ubalda Medina es autora de nuestra agencia literaria y experta en cultura, estrategia y competir en valor. Además, es directora con foco en el diseño organizativo, el cliente, la mejora continua y el capital humano. Es autora del libro «Las 3 CES de tu ventaja competitiva: conocimiento, coherencia, cohesión».
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