No creo en dogmas, ni verdades absolutas. Sin embargo, me atrevo a afirmar, que el mundo ya no va a ser igual. Hay un antes y un después del COVID-19 y sus terribles impactos en las personas, en la economía, en la sociedad y en el sistema. Solo cabe una mente distinta para entender estos tiempos tan distintos, nunca antes vividos y de nosotros depende aprender o no de la complicada situación en la que estamos inmersos. Hace pocos meses, nos llegaban noticias de China y de un virus que arrasaba al país, ¡qué lejos me parecía esta información! y reconozco, que con poca empatía, la implementé en mi vertiginosa vida. Siempre corriendo de un lado a otro, sin respirar, sin parar, sin disfrutar de los pequeños detalles, teniendo poca conciencia del momento presente.
Y en ese divagar por la vida, cumpliendo tus objetivos, no diferenciando lo importante de lo urgente, apagando todos los fuegos que se ponen por delante, acompañando desde tu experiencia vivida, resolviendo y gestionando los diferentes conflictos, por el expertise de tu trayectoria profesional y personal, llega un virus que PARALIZA el MUNDO de forma inmediata y desorganiza tu agenda. Muy parecido a las distintas fases que pasamos los individuos ante una situación de pérdida. Mis actitudes y comportamientos se recolocaban frente a la pérdida, en este caso de LA LIBERTAD. Al principio mi actitud era de absoluta negación y no aceptación, ¡no era posible!, mil excusas ponía en mi mente para no aceptar esta locura nacional y parecía que mundial. A continuación pasé a una fase de enfado, con mi familia, con el mundo…. ¿qué era esto que nos paraba y no nos permitía seguir con la normalidad? ¿Normalidad? eso es lo que yo pensaba, que lo que estábamos viviendo era lo normal.
Hace pocos días que estoy viviendo una fase de introspección, de mirar hacia dentro, de conectar con mi yo interior y aceptar el cambio que estamos viviendo desde la flexibilidad y la adaptación, como una gran oportunidad de mejora. No se trata de resignación y dejarnos llevar por el miedo a lo desconocido, por el pánico, que una situación como la actual, es normal que genere: lavarnos las manos varias veces, aprovisionarnos de alimentos compulsivamente… y lo que para las personas que somos emocionales y kinestésicas es más complicado, no podernos tocar, besar, abrazar, guardar una distancia prudencial con lo más enriquecedor que tenemos en nuestro mundo: las personas. Entonces comienzas a transmitir mensajes de ánimo, motivación, agradecimiento a todas las personas de tu entorno, con el objeto de acompañar y ayudar a otros, que como tú mismo, están viviendo con el mismo enemigo cerca.
Sin embargo, un día cambia la perspectiva cuando este virus invasivo, sin avisar, ni pedir permiso, entra de forma directa en tu vida y en la de las personas que amas y observas como de forma grave, el miedo, el pánico se apodera de tu entorno, el discurso ya no es el mismo, es verdad, pero LA ACTITUD POSITIVA sí lo es y con más fuerza si cabe. Es en este momento cuando DESAPRENDES formas de gestión anteriores y REFLEXIONAS sobre el hecho de que el cambio real está justo aquí, delante de ti y cambias tu mirada de una forma apreciativa, sacando lo mejor de esta situación, sin obviar la realidad y tomando conciencia de lo afortunados que somos por respirar. Es entonces cuando yo me pregunto, ¿qué voy a hacer?
Mi propia reflexión me lleva a tener que establecer un plan de acción de cambio en mi vida y después de todo lo vivido hasta aquí y el conocimiento adquirido desde una mirada apreciativa, lo que propongo es una reprogramación de mi cerebro hacia esta nueva vida, hacia este nuevo mundo en el que decido reflexionar sobre cuál es mi propósito, ¿para qué estoy aquí? ¿Qué tengo que aprender de lo que estamos viviendo? ¿Qué cosas buenas me están pasando en este momento de vida? ¿De qué soy consciente y qué decisiones tomo desde este nivel de conciencia para mí y para mi futuro próximo? ¿Estoy dispuesta a continuar en el mismo proceso de vida que antes? O por el contrario, ¿me planteo construir algo diferente?
La situación que estamos viviendo, nos ha venido dada, no la hemos elegido, por tanto, me planteo este momento de vida como una oportunidad de cambio. “Los luchadores son supervivientes, son el sostén de toda esperanza”, me decía mi sabio mentor y referente de vida. Así que como gladiadora que hace mucho tiempo decidí ser y no esclava del miedo, me planteo, ¿qué vamos a hacer cuando esta situación de incertidumbre termine? Sin lugar a dudas, algún día terminará y podremos volver a disfrutar de lo que se nos está privando ahora, LA LIBERTAD.
¿En qué nueva atmósfera nos vamos a desarrollar? ¿Vamos a vivir igual que hasta ahora? ¿Cómo será la nueva versión de normalidad? Entiendo que este es nuestro gran desafío y nuestro gran compromiso podría ser construir un futuro mejor entre todos. Un futuro con menos miedos, un futuro más imaginativo, más creativo, enfocarnos en escucharnos más, en ser más conscientes a nivel personal y a nivel colectivo del entorno en el que estamos inmersos, del aire que respiramos, de las personas con las que estamos conectados, de cocrear diferentes formas de avanzar… Esta es la llamada que escucho en mi interior, sin embargo soy consciente que el futuro inminente que nos espera no depende de la reflexión de unos pocos, sino de la toma de decisión y paso a la acción de cada uno de nosotros.
Tenemos un importante reto delante, el cambio real ya está aquí, depende de nosotros. La pregunta es: ¿tú que vas a hacer?
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