Las políticas para fomentar el crecimiento económico y el empleo están en todas las discusiones y prioridades políticas de los gobiernos en todos los países del mundo. En pocos casos se le presta la debida atención al empleo femenino. Fomentarlo implicaría una serie de mejoras económicas y sociales de muy amplio espectro.

  • Cuando se tratan políticas sobre el desempleo, en muchos casos se ignora y pasa de largo sobre el empleo femenino.
  • Las bajas tasas del empleo femenino son debidas a barreras legales, culturales y sociales. Tienen efectos económicos muy profundos.
  • Mejorar su tasa de empleo requiere de una serie de macropolíticas y la inclusión de la perspectiva de género.
  • Su incorporación al mercado de trabajo, en cualquier región del mundo, supondría un gran impulso económico y una serie de consecuencias sociales muy profundas.

 

Las políticas para estimular el crecimiento económico y mejorar el nivel de desempleo son amplias y variadas. Los análisis políticos y económicos tienen en cuenta el desempleo como una de las variables explicativas del ascenso de movimientos populistas y de crítica a la globalización. Estados Unidos es un buen ejemplo: los hombres blancos con escasas habilidades han sido expulsados del mercado del trabajo por la inmigración o por la globalización.

Ahora bien, ¿qué ocurre con las mujeres? En muchas de las ideas y propuestas para mejorar las tasas de desempleo y el crecimiento económico no se tienen en cuenta el papel de las mujeres, su tasa específica de participación en el mercado de trabajo o las barreras económicas, sociales, culturales y políticas que se encuentran a la hora de participar en el mercado de trabajo. Tampoco sus amplias consecuencias económicas y sociales en el medio plazo.

Barreras al empleo y crecimiento económico

En múltiples países existen restricciones al empleo de las mujeres. Como indica el informe Women, Business and the Law 2016 del Banco Mundial, las diferencias legales son generales: en 155 de las 173 economías analizadas, existe al menos una ley que dificulta las oportunidades económicas para las mujeres. En 100 economías, las mujeres se enfrentan al menos a una restricción en el empleo basada únicamente en su género. De hecho, en 18 economías los maridos pueden impedir que sus mujeres trabajen.

La menor igualdad legal está asociada con un porcentaje menor de mujeres que cursan educación secundaria, menor tasa de empleo en las mujeres, menor número de mujeres emprendedoras o directivas y una mayor brecha salarial.

La buena noticia: según el Banco Mundial, en los dos últimos años, en 65 economías han llevado a cabo 94 reformas que mejoran las oportunidades económicas de las mujeres.

El problema de la tasa de empleo de las mujeres es común en todas las economías y regiones del mundo. Como indica McKinsey, analizando especialmente Europa Occidental, existe una correlación –aunque no causalidad– entre el porcentaje de mujeres en el Comité Ejecutivo de una empresa y los resultados empresariales. La diversidad en la organización –incluida la diversidad de género– mejora los estilos de liderazgo, que suponen una mejora en los resultados de la organización y permiten retener el talento (también el masculino).

A pesar de que la diversidad de género es tan importante, en gran parte de los países de Europa Occidental la tasa de mujeres es muy baja: únicamente el 17 % de los integrantes de los Comités Ejecutivos son mujeres y el 22 % en el caso de los Consejos de Administración. Se han producido avances en los últimos años (+7 % y +4 %, respectivamente, desde 2012), pero sigue siendo, a todas vistas, insuficiente.

DATOS – BARRERAS Y CONSECUENCIAS

  • Diferencias legales en género por economía analizada.
  • Donde los maridos tienen el control de la propiedad, las mujeres tienen menor probabilidad de tener una cuenta bancaria.
  • Estimación del salario, ratio mujer sobre el salario del hombre.
  • Quién paga la baja por maternidad (nota, los países de la UE están en el grupo OECD High Income, junto con EE.UU., Australia, República de Corea, Nueva Zelanda, Suiza).

Beneficios de la incorporación de la mujer al empleo

Los gobiernos de Oriente Medio y Norte de África siguen luchando por intentar recuperar sus frágiles economías. Para muchos expertos, el alto desempleo y el escaso crecimiento económico pueden anticipar la llegada de otros levantamientos similares a los de 2011.

Pero según el informe de Bessma Momani, existe una estrategia que estos gobiernos sistemáticamente ignoran: incrementar la tasa de empleo femenino. Para la autora, la escasa representación de la fuerza laboral femenina en estos países supone una limitación en el crecimiento económico.

La inclusión de las mujeres en el empleo va acompañada de otros avances económicos y sociales que sirven para mejorar aún más el PIB. El problema: existen muchas barreras que impiden el empleo femenino (educativos, culturales, bajos salarios, acoso, dificultad de obtener financiación para el emprendimiento…).

Beneficios de la incorporación de la mujer en Oriente Medio y Norte de África

  1. El pleno empleo femenino en la región incrementaría la renta disponible en las familias hasta el 25 %.
  2. Supondría un descenso de la tasa de natalidad y mejoras en las ratios de bienestar de los niños, pudiendo reducir la pobreza.
  3. Las familias “dirigidas” por mujeres –o con mayor poder de decisión al traer un salario a la casa– tienden a ahorrar más dinero que aquellas dirigidas por hombres. Además, utilizan de manera más productiva y eficiente a largo plazo estos ahorros.
  4. Si las mujeres estuvieran empleadas en las mismas tasas que los hombres, contribuirían en aumentar el PIB de la región en un 47 % en una década.

En el África Subsahariana la situación es similar. ONU Mujeres considera, como indica el diario The Herald de Zimbabue, que los costes económicos de las diferencias de género en el mercado de trabajo en el África Subsahariana suponen una pérdida de 95.000 millones de dólares anuales desde 2010. Por ello, se piden políticas macroeconómicas que tenga en cuenta la perspectiva de género y programas que reconozcan el potencial de las mujeres como actores principales en la transformación de África, removiendo barreras a su participación.

Estas barreras de participación son muchas y variadas y dependen de cada país y economía, como hemos visto anteriormente. Pero se trata también de aspectos sociales y culturales. En Europa, por ejemplo, como indica McKinsey, las mujeres dedican el doble de tiempo a las tareas domésticas que los hombres, 4:29 horas al día frente a las 2:18 horas, respectivamente. Los gobiernos y las instituciones privadas deberían trabajar juntos para ir eliminando las barreras tradicionales para las mujeres.

En Estados Unidos la tasa de participación femenina también es un tema crucial. La participación de las mujeres en la fuerza de trabajo en los EE.UU es menor que en Japón.

La tasa de desempleo en EE.UU. está cerca del mínimo de la década, en un 4,8 %. Pero para el nuevo presidente eso son “noticias falsas”. Según el propio Trump, nos indica Sarah O’Connor, la tasa de desempleo “es la mayor broma de este país” y “es probablemente del 20 %”.

O’Connor le concede un tanto. La tasa de desempleo no está mal, pero no cuenta toda la historia. Para conocer en mayor profundidad el problema es necesario ver el creciente número de personas entre los 25 y los 54 años que no trabajan ni buscan trabajo. Una tasa que está, por cierto, cerca del 20 %.

Como indica la autora, para muchos, incluido el presidente, se trata de una crisis sobre los hombres y cómo sus trabajos han sido “robados” por los robots, los inmigrantes o ambos. Lo sorprendente es que no se presta atención a que el empleo de las mujeres americanas está desapareciendo también. Y esto llama especialmente la atención porque prácticamente en el resto de países las mujeres están ganando cuota.

La caída de la participación de los hombres es profunda y es una tendencia compartida con otros países. La proporción de hombres entre los 25 y los 54 años decayó en 25 de los 35 países de la OCDE en el período 2000-2015, pero sólo en 7 países decayó también la participación de las mujeres. Entre ellos, EE.UU.

Participación en la fuerza de trabajo de las mujeres entre 25-54 años

Como indica la economista Betsey Stevenson, la participación de los hombres ha caído desde hace 60 años pero nadie le prestaba atención porque los ingresos por hogar aumentaban debido a que más mujeres trabajaban. ¿Qué explica esta caída en EE.UU.?

  1. Las mismas razones que los hombres: la escasez de empleo, especialmente para las personas con escasas cualificaciones.
  2. Ciertas políticas de EE.UU. que no apoyan a las mujeres: como las políticas sobre bajas de maternidad, que hacen que muchas mujeres se retiren del mercado de trabajo (y que van en línea contraria a otros países). Según las economistas Francine Blau y Lawrence Kahn, las políticas de conciliación pueden explicar el 30 % de las razones por las que la participación de las mujeres en EE.UU. ha descendido. Por ejemplo, mientras que en los países de la OCDE la media de baja por maternidad ha pasado de 17 semanas en 1970 a un año en la actualidad, en EE.UU. se ha mantenido en la misma cifra: cero semanas.

Mientras, Trump ha prometido 6 semanas de baja por maternidad. Podría ser más ambicioso.

El aprendizaje más importante: el problema del empleo es complejo y la cuestión de género es crucial.

Apuntes para la reflexión
  • En todos los países del mundo existen barreras para la incorporación de la mujer al empleo: legales, sociales o culturales. ¿Qué hacer?
  • La diversidad está correlacionada con la creatividad, la innovación, buenos resultados empresariales… ¿Qué aspectos mejorar para incorporar a la mujer?
  • Los gobiernos y las empresas pueden llevar a cabo políticas activas para incentivar la incorporación de la mujer: las políticas de conciliación. No son sólo políticas “sociales o de bienestar”, tienen también una profunda lógica económica.