La sociedad envejece a medida que la natalidad y la mortalidad bajan y aumenta nuestra esperanza de vida. La conjugación de estos hechos genera problemas económicos a corto plazo, pero abre oportunidades a medio y largo, ¿cuáles?

Claves

  • El envejecimiento demográfico es un reto para el Estado del bienestar y las pensiones, así como para la productividad y la sostenibilidad general del sistema.
  • La tecnología asistencial y de cuidados será capaz de sustituir la fuerza laboral que ya no existe y, además, propiciará aumentos exponenciales de productividad al aumentar el mercado económico asociado al sector.
  • Otro sector que crecerá en los próximos años será el de la medicina y la ciencia con la inversión e investigación en contra el envejecimiento y las enfermedades asociadas a él.

 

La transformación demográfica supone un reto económico y político. El sistema de pensiones y, en general, la sostenibilidad del Estado del bienestar, están en entredicho. La productividad, la fuerza laboral y el ahorro se resentirán. El debate está presente en la agenda política y mediática. No obstante, hay poco debate en torno a las nuevas oportunidades de negocio que se abren con el envejecimiento demográfico, especialmente en los países más desarrollados.

El aumento de la esperanza de vida tendrá, sin embargo, dos focos principales de actuación pública y privada obligados que abrirán oportunidades económicas: la asistencia sanitaria basada en la tecnología y la medicina del rejuvenecimiento. Ambos han sido recurrentemente señalados en informes por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) o revistas científicas como Nature, entre otros think tanks y fundaciones.

La asistencia sanitaria tecnologizada

La caída de la fuerza laboral llevará a un aumento de la productividad gracias a la inversión en tecnologías como la Inteligencia Artificial y la robótica. Será necesario sustituir con tecnología una fuerza laboral humana declinante. Además, desde un punto de vista asistencial, el desarrollo de estas tecnologías será esencial en los cuidados sanitarios y en los servicios asistenciales a una población crecientemente envejecida.

El caso de Japón es ilustrativo de esta tendencia. El 27% de su población tiene más de 65 años, y según proyecciones de su propio Gobierno, en 2025 habrá un déficit de 370.000 cuidadores. Ante este panorama, han implementado un programa de aceleración tecnológica asistencial con el que esperan que el 80% de los ancianos que lo requieren estén asistidos por máquinas en 2020.

Además, han desarrollado apps para estas máquinas que anticipan y alertan de las necesidades inmediatas de los ancianos. Ya hay residencias para mayores que utilizan robots para despertar a los residentes, entre otras tareas. Aunque Japón es vanguardia y caso extremo, señala el inevitable camino que, de seguir las tendencias actuales de baja natalidad, baja mortalidad y aumento de la esperanza de vida, aguarda al resto de sociedades.

La medicina del rejuvenecimiento

El aumento de la edad y la esperanza de vida hará incrementarse de forma notable la atención (y la inversión) en nuevas terapias genéticas o de cualquier tipo (inmunológicas, quirúrgicas e incluso naturales) que detengan el envejecimiento demográficoo que palien las principales enfermedades asociadas a él: cáncer, Alzheimer, problemas óseos, sordera o párkinson, entre otras. El cambio de enfoque que predicen muchos biogerontólogos consistirá en pasar de concebir el envejecimiento como algo natural a tratarlo como una enfermedad en sí.

Incluso algunos científicos hablan ya de terapias de rejuvenecimiento e incluso se atreven a poner fecha al año en que «la muerte será opcional» gracias a estas nuevas técnicas. Según el biogerontólogo británico de la Fundación SENS contra el envejecimiento Aubrey de Grey o los ingenieros Peter Thiel y José Luis Cordeiro, 2045 será el año del punto de inflexión gracias, entre otros impulsos, a la iniciativa Itskov, que reúne un plantel interdisciplinar de científicos cuya intención es poner fin al envejecimiento y, por tanto a la muerte por causas naturales.

La inversión (y los resultados) en las terapias de edición genética como CISPR o en los nuevos tratamientos inmunológicos contra el cáncer, aumentará en los próximos años a medida en que todos seamos potenciales beneficiarios de las mismas y los éxitos de las mismas sean más visibles. El sector aún se encuentra en una etapa incipiente en la que, además, empiezan a plantearse dilemas éticos que cuestionan la moralidad de unas técnicas que cambian el paradigma de la relación del ser humano con su propia naturaleza. La oposición no solo proviene de grupos ultra conservadores, aunque estos sí son los más activos.

No obstante, el caso de Dmitry Itskov, que da nombre a su iniciativa, además del mencionado plantel de científicos que lo acompañan, ilustra bien el interés creciente del sector. Nada menos que Google ha creado también Calico, una compañía centrada en la lucha contra el envejecimiento para fomentar la investigación, la financiación y el desarrollo de terapias.

El mercado de la salud y del bienestar en la vejez crecerá a medida que lo haga la edad media de la población, y dado que el avance científico es exponencial, las oportunidades económicas del sector son inmensas a medio plazo. En este contexto es en el que se enmarca el aumento histórico de la inversión en I+D+i realizado por las empresas farmacéuticas españolas en los dos últimos años. Una tendencia que se repite en todos los países desarrollados o en vías de desarrollo como India o China, que vivirán con dramatismo el envejecimiento demográfico de sus enormes poblaciones.

El envejecimiento demográfico y los avances tecnológicos

Aunque algunas proyecciones y terapias puedan sonar más propio de la ciencia ficción, lo cierto es que el rejuvenecimiento, la bioimpresión de órganos o la criopreservación de células y tejidos son sectores reales que ya cuentan con laboratorios y técnicas en uso. Empresas de criopreservación de humanos (total o parcial) llevan décadas en funcionamiento. La estadounidense Alcor, por ejemplo, criopreserva cabezas humanas, y Cryonics Institute hace lo propio con el cuerpo entero a la espera de futuros tratamientos para las enfermedades que padecían. Así, el envejecimiento demográfico se va ralentizando.

La propia naturaleza de los servicios médicos que ofrecen estas instituciones de vanguardia hace difícil conocer el número de pacientes (que en la mayoría de los casos exige confidencialidad total) y las cifras de inversión, pero el consenso de los análisis de medios especializados destaca que crece la corriente de simpatía y la financiera hacia este tipo de proyectos. El dinero –a través de ayudas públicas, mecenazgos y capital riesgo– parece confiar en el futuro del sector.

La tecnología aplicada a los cuidados y la ciencia del rejuvenecimiento son campos de crecimiento exponencial en sociedades con envejecimiento demográfico ascendente. No sólo ayudarán a paliar sus efectos socio-económicos más urgentes, sino que tienen capacidad de generar un desarrollo económico y humano hoy menos presente en un debate público marcado por el pesimismo.

El debate gira en torno no tanto a las posibilidades futuras de estas tecnologías, sino a cómo abordarlas desde un punto de vista financiero pero, sobre todo, ético y moral. Las posiciones están hoy encontradas, aunque quizá se debe más a que todo ocurre muy deprisa y los resultados no son aún tangibles ni generalizados. La ambición retórica de muchos de los proyectos hace que gran parte de la sociedad no termine de asimilarlos, aunque consideramos que aquí serán determinantes las aplicaciones directas de las nuevas terapias. Mientras tanto, el disenso tiene más de guerra cultural que de disputa científico-técnica.