La Organización Nacional de Trasplantes es un ejemplo mundial en su ámbito y su éxito muestra la importancia de un aspecto clave: la organización. Con un equipo muy reducido y un presupuesto ajustado, ha desarrollado un sistema capaz de involucrar a todas las partes interesadas, desde médicos, pacientes o donantes a líneas aéreas, fuerzas de seguridad y la sociedad. Y a integrarlos dentro de una visión y objetivos comunes, formando a los equipos y coordinando la toma de decisiones. De su experiencia se pueden extraer aprendizajes para todas las organizaciones y empresas, independientemente de su estructura o número de empleados como que las instituciones sí pueden cambiar la sociedad.

 

Cuando se habla de la donación y el trasplante de órganos, se podría caer en la tentación de pensar que se trata de un tema médico, muy sectorial, que depende de que la sociedad sea más o menos generosa y de que haya unos cirujanos capaces de trasplantar esos órganos a los enfermos que los necesiten. Para que todo vaya mejor bastaría con hacer campañas de promoción de la donación que fueran convenciendo a la gente y poco más.

Sin embargo, este esquema tan simplista, seguido al pie de la letra durante décadas y creído todavía por mucha gente como si de un dogma se tratara, es tan falso como ineficaz y además saltó en pedazos hace ya bastantes años precisamente por la experiencia de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) española.

La gran aportación española al mundo en este campo es demostrar que en la donación y el trasplante, en contra de lo que pudiera pensarse, no hay una correspondencia entre predisposición de la población y donación efectiva, y que hay una palabra clave de la que depende que todo funcione: organización. Basta una pequeña organización como la ONT para que, con unas políticas adecuadas y sin necesidad de grandes campañas publicitarias ni grandes inversiones, se cambie radicalmente el panorama de la donación en un país como el nuestro que nunca se ha caracterizado por liderar áreas científicas o técnicas. Y lo que es casi o más importante, esta experiencia puede trasladarse a multitud de ámbitos empresariales o de la vida diaria en general, aplicando principios similares.

La ONT es la parte del Ministerio de Sanidad encargada de coordinar en España la donación y el trasplante de órganos, tejidos y células, así como de representar a nuestro país en los aspectos referentes a este campo. Desde el punto de vista administrativo, es tan solo un pequeño organismo de unas 40 personas y con un presupuesto de apenas cuatro millones de euros. Representa uno de los ejemplos más claros de estructura organizativa horizontal de éxito prácticamente indiscutido, ya que con tan escaso bagaje moviliza, coordina y lidera miles de profesionales de toda España, fundamentalmente de la Sanidad Pública pero también de la privada, que actúan con una precisión milimétrica (aquí los fallos cuestan vidas), y un convencimiento pleno de que la actuación coordinada es la mejor y muchas veces la única opción para conseguir los mejores resultados. Al mismo tiempo que sobre los profesionales sanitarios actuamos sobre otros numerosos colectivos que voluntariamente se integran en este gigantesco dispositivo solidario: aeropuertos, líneas aéreas, transporte sanitario, fuerzas de seguridad y por supuesto la sociedad que es quien hace posible todo este espléndido proceso a través de la donación de órganos y el sostenimiento del sistema.

Gestionar esta organización a lo largo de casi tres décadas es obviamente una experiencia muy distinta a lo que significa conducir una macroestructura piramidal y jerarquizada como puede ser una gran entidad bancaria o, en el campo de la administración, la Dirección General de Tráfico, con miles de agentes directamente dependientes del mando distribuidos por todo el país. El sistema español de donación y trasplantes se asienta, como es lógico, en el Sistema Nacional de Salud, una estructura fuertemente descentralizada en la que las competencias organizativas y ejecutivas corresponden a todas y cada una de las administraciones autonómicas, mientras que el ejecutivo estatal apenas se ha reservado una vaga competencia de coordinación que tan sólo resultará eficaz si las personas o las instituciones coordenadas acceden voluntariamente a que así sea.

Los resultados de este entramado son claros: nada menos que un cuarto de siglo hasta hoy liderando la donación y el trasplante de órganos en el mundo con más de 100.000 pacientes trasplantados, que alcanzan el medio millón si sumamos la médula, tejidos y células en general. Sin embargo, debe quedar claro que la fórmula para que uno y otro tipo de organizaciones funcionen y consigan sus objetivos son similares: con independencia de cuál sea la estructura jerárquica, es fundamental involucrar a todo el equipo, hacer que se sientan parte del mismo, compartir misión, visión y estrategia, hacer un gran esfuerzo de comunicación interna y externa, exponiendo en todo momento los avances que se van produciendo en la consecución de los objetivos y reconociendo el compromiso y los resultados alcanzados.

Lo verdaderamente difícil en esta situación es que toda la estrategia debe ser aceptada por una red muy amplia que no depende orgánicamente de la ONT, tanto en su fase de planificación y gestación como en lo que es tan o más importante y ahora nos ocupa: la fase de ejecución. Todo ello sólo es posible si se fomenta de una forma muy clara, activa y transparente la participación de toda la estructura periférica en la evolución del sistema. Ello no significa en absoluto un mando asambleario, ya que la toma de decisiones tiene que ser dirigida hacia unos objetivos claros que en nuestro caso no pueden ser otros que lograr las mayores y mejores oportunidades de tratamiento para todo aquel que lo necesite. El empoderamiento de la red constituye un factor clave, así como el reconocimiento público de esa participación efectuada a través de unos canales de comunicación ágiles y que en el caso de la ONT se van a apoyar necesariamente en el soporte que proporcionan a nuestra actividad los medios de comunicación tanto escritos como audiovisuales. Con anterioridad se ha hecho un importantísimo esfuerzo de formación de todos los agentes implicados en el proceso, que a lo largo de casi tres décadas ha supuesto el paso por cursos de formación de más de
18.000 profesionales. Nada puede dejarse a la improvisación.

Las instituciones pueden cambiar la sociedad

En suma, cuando hablamos de cualquier empresa y de la importancia de la ejecución en la consecución de resultados, existen unos principios y unos procedimientos bastante comunes con independencia de que la estructura esté más o menos jerarquizada o bien sea puramente horizontal. Al final, los resultados de excelencia solo se consiguen gestionando correctamente los recursos disponibles mediante la aplicación de los principios que aquí se han expuesto. La ONT es un claro ejemplo de que las instituciones, cuando están dirigidas en la dirección adecuada, pueden extraer lo mejor de la sociedad y modificarla de forma muy significativa y en sentido positivo.