Claves

  • Las regulaciones post-crisis han contribuido a que las instituciones financieras tengan una mejor posición de capital, más adecuados niveles de endeudamiento y un enfoque más conservador ante los riesgos.
  • En cuanto a la estructura del mercado, persisten similitudes con el contexto anterior a la crisis de 2008, específicamente en cuanto al tamaño de las instituciones bancarias y la participación de las agencias calificadoras de riesgo.
  • También existen ciertas vulnerabilidades macroeconómicas relacionadas con el nivel de maniobra de la política monetaria, el riesgo inflacionario y una posible desaceleración.
  • No hay un consenso sobre qué puede desencadenar otra crisis. Los nuevos retos por las innovaciones en los mercados y los intentos por relajar ciertas regulaciones podrían contribuir a su formación.

 

El 15 de septiembre de 2008 Lehman Brothers se declaró en quiebra y la crisis de 2008 financiera y posterior recesión global se materializaría. Sus efectos y lecciones persisten en el sector bancario y en las economías del mundo.

Varios meses antes, la crisis de las hipotecas subprime daba sus primeras señales: New Century Financial Corp se acogía a la ley de bancarrota y, más tarde, el gobierno de Estados Unidos colocaría a Freddie Mac y Fannie Mae bajo protección (situación que aún persiste).

10 después años de la última gran crisis financiera, analistas y reguladores hacen un balance de las lecciones aprendidas. La incógnita más común es dónde se encuentran los indicios más probables de la próxima crisis y qué puede prevenir o estimular un nuevo contagio.

Posibles vulnerabilidades tras la crisis de 2008

Los puntos más débiles del sistema financiero global, según The Economist, pueden localizarse en bienes raíces, en la financiación extraterritorial (offshore) en dólares y en el euro, los cuales no pueden desvincularse de la crisis anterior.

Ese medio afirma que el primer riesgo puede mitigarse sólo cuando se lleven a cabo reformas como la reducción del endeudamiento de los hogares con hipotecas de riesgos compartidos o estableciendo limitaciones permanentes a la proporción entre el monto de los préstamos y el valor de las propiedades.

Se menciona, además, que la crisis se contagió entre fronteras porque los bancos europeos se quedaron sin los dólares necesarios para pagar sus préstamos denominados en esa moneda y que, desde entonces, las deudas extraterritoriales se han duplicado. Y, a diferencia de la crisis de 2008, cuando la Reserva Federal actuó como prestamista de última instancia, es poco probable que el sistema político norteamericano lo tolere de nuevo. Una posible solución es encontrar formas de hacer este tipo de financiación más segura con medidas como, por ejemplo, haciendo un pool de reservas de dólares entre mercados emergentes. En cuanto al euro, el ascenso del nacionalismo podría dificultar que se resuelvan los problemas estructurales de la moneda común.

En contraste, para Robin Wigglesworth, editor del Financial Times para las Américas, las causas más probables de otra crisis, no deben buscarse en las incógnitas conocidas como una desaceleración en China, un shock en la Eurozona estimulado por turbulencias políticas o en una guerra comercial a gran escala. Dada la complejidad de la economía, es más probable que la próxima crisis se inicie por la intersección entre las regulaciones post-crisis de 2008, la infraestructura de mercado fragmentada (poco capitalizadas empresas de trading de alta frecuencia sustituyendo a bancos) y el crecimiento de la inversión pasiva y transacciones basadas en algoritmos. Menciona que, según JP Morgan, las transacciones de alta frecuencia (HFT: High Frecuency Trading), los quants, los fondos pasivos y las opciones constituyen aproximadamente un 90 % del volumen transado en los Estados Unidos.

Otro aspecto a resaltar es que, en base a data de la Comisión de Valores de EE.UU., según el informe de 2017, Standard & Poor’s manejaba el 48.7 % de las calificaciones llevadas a cabo el año anterior y las tres más grandes calificadoras de riesgo concentraban más de un 96 % de las calificaciones. Esta situación no es muy distinta a la de 2007-2008.

Finanzas y política monetaria, balance delicado

Podría afirmarse que las señales de la economía global son mixtas con la mirada puesta en el largo plazo. De acuerdo al Fondo Monetario Internacional (FMI), el crecimiento económico en economías avanzadas ha hecho que disminuya el reto de mantener una política monetaria acomodaticia que impulse la recuperación económica mientras se corrigen las vulnerabilidades financieras a mediano plazo.

Sin embargo, según la misma fuente, el riesgo inflacionario persiste. Los bancos centrales podrían responder a la inflación de forma agresiva, llevando a condiciones financieras más restrictivas. Lo anterior podría tener un efecto en el precio de activos más con mayor riesgo en mercados emergentes. La clave para los bancos centrales está en normalizar la política monetaria de forma gradual y comunicar sus decisiones con claridad para apoyar la recuperación económica global.

¿Cómo prevenir una nueva crisis?

Nuevas políticas y regulaciones han abordado ya muchos de los errores que desembocaron en la crisis de 2008, afirma Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional. Hoy en día, los bancos tienen mejores posiciones de capital, de liquidez y de endeudamiento. Asimismo, muchas instituciones fuera de los libros han sido reguladas, las hipotecas subprime han desaparecido casi en su totalidad y una gran proporción de instrumentos derivados deben ser liquidados y compensados de forma centralizada.

Sin embargo, aún hay bancos que no son lo suficientemente fuertes, el problema de “muy grandes para fallar” persiste e innovaciones como el fintech y el trading de alta frecuencia añaden retos adicionales a la economía.

Lo que más preocupa a la directora del FMI, quien considera que la ética es fundamental, porque tiene consecuencias económicas, es que algunos reguladores están recibiendo presión de la industria para relajar las regulaciones post-crisis. Debería enfatizarse más la prudencia a largo plazo y la diversidad, sobre todo en lo que respecta a la inclusión de más liderazgo femenino en las finanzas, tanto en los consejos directivos como en las agencias de supervisión. Este hecho, según sus investigaciones, influye en la estabilidad financiera.

Concluye mencionando que “el sistema es más seguro, pero no lo suficiente, y el crecimiento ha rebotado, pero no se comparte lo suficiente”.