Me llama la atención cuanta gente no se ha dado cuenta todavía. Siguen inmersos en su mundo del Siglo XX sin darse cuenta de que todo está cambiando. Curiosamente, lo que han cambiado en su vida privada, con el uso de las últimas tecnologías y la compra de los últimos modelos de tablets y móviles no ha hecho que se den cuenta de que, en sus negocios, tienen una revolución pendiente.

Estamos en un mundo en el que, como comenta TechCrunch, la mayor cadena hotelera (Airbnb) no tiene un solo hotel en propiedad, la mayor empresa de transporte público local (Uber) no tiene un solo vehículo. El mundo basado en los bienes físicos está dando lugar a la creación de nuevos modelos de negocio que, aprovechando tecnología de última generación, basan sus ingresos en la gestión inteligente de la información y en la generación de bienes virtuales que pueden ser usados sin deterioro durante mucho tiempo.

El balance de una sociedad no es ya una medida sólida del futuro de una empresa. Anclado en el pasado, dice poco del potencial futuro de la misma y ni expresa bien el talento, ni sus bienes intangibles ni su generación de valor a largo plazo.

Es increíble, sobre todo en las PYMES, ver como un empresario que en su casa tiene el último iPad y lleva en el bolsillo el último iPhone, gestiona su empresa con una informática de hace 10 años, sin acceso a Internet, ni CRM (Customer Relationship Management) ni acceso en tiempo real a toda la información que necesita para la toma de decisiones.

Vivimos un mundo en red en el que la innovación y el acceso universal al conocimiento son el ADN que debe incorporar la empresa, cualquier empresa por pequeña que sea.

En mi libro Internet puede salvar tu empresa… o hundirla contesto a una pregunta que me hacen con frecuencia al término de una de mis presentaciones. ¿Qué hago yo con la empresa de mi padre que fabrica «marcos para cuadros» en una pequeña ciudad de cualquier parte? Lo que explico en el libro es como, una pequeña empresa familiar que ha dejado de crecer y ha tenido que despedir a buena parte de la plantilla, cambia de rumbo y se convierte en una PYME del siglo XXI que hace buen uso de las posibilidades de internacionalización, ventas cruzadas e innovación.

El proceso es sencillo, el empresario debe aceptar que las cosas han cambiado, tiene que invertir una cantidad suficientemente relevante para su negocio, actualizar su informática, abrirse a empleados de varias nacionalidades, internacionalizarse, utilizar la innovación abierta para innovar y, sobre todo, entender como funciona su cliente y cómo le puede ayudar, también a él, a crecer. En este mundo en red, lo que nos hace verdaderamente fuertes es que podamos ayudar a nuestros clientes a mejorar.

Cuando vemos como ha cambiado el mundo de nuestra comunicación familiar, a través de Whatsapp o Skype y como tenemos una relación con nuestros hijos y demás familiares completamente integrada en el móvil, debemos entender que, en la empresa, no podemos seguir aplicando reglas del siglo pasado y tenemos que cambiar de la misma manera que lo hemos hecho ya en el entorno personal. Estamos en un mundo global, Internet ya llega a más de 3.000 millones de personas y sigue creciendo con la revolución que lo integra en el móvil.

Vamos hacia un mundo que nos requiere acceso inmediato desde el móvil y todo lo que no sea eso irá perdiendo relevancia, a más o menos velocidad, dependiendo de la industria de la que hablemos, pero terminará por imponerse.

La aplicación de la realidad virtual a los productos y servicios y la canalización de muchos procesos hacia el propio cliente serán las normas que se impongan. Tenemos que ser eficaces, fácilmente accesibles desde el móvil y dejar que nuestro cliente «se auto-sirva» en la mayoría de sus necesidades y que además, nos ayude a mejorar con sugerencia e innovación abierta al mundo exterior.

El mundo está pasando del poseer al disfrutar y eso generará cada día nuevos servicios y productos preparados para un consumidor con criterio que tiene motivaciones nuevas. Vivimos en un mundo transparente en el que cualquier exageración o mentira es rápidamente detectada y en el que debemos ganarnos, a diario, el prestigio de marca que queremos para nuestros productos y servicios.

La interacción con nuestros clientes en las redes sociales y el uso de la red para globalizar nuestra oferta es hoy posible, por pequeña que sea la empresa, y de hecho estamos viendo la generación de multitud de PYMES del Siglo XXI que, desde cualquier rincón del mundo, prestan servicio de docenas de países a través del uso de las redes sociales y de Internet en su más amplio sentido.