En 13 meses, ocho países latinoamericanos celebrarán elecciones presidenciales. En 2019, otros seis. En tan sólo dos años, 14 de los 18 estados de la región habrán votado a sus nuevos presidentes. ¿Qué expectativas hay? ¿Cuáles son las tendencias? ¿Hacia dónde va políticamente Latinoamérica?

Claves

  • La corrupción, la desafección democrática y el bajo crecimiento económico caracterizan el contexto regional en este maratón electoral.
  • Existen varias tendencias relevantes: fragmentación política, nuevas caras en el liderazgo político, aspectos institucionales, etc. En algunos casos, favorecen la llegada de nuevos políticos –populistas de derecha o izquierda, según el país–pero en otros lo limitan.
  • La incertidumbre es amplia y en toda la región las tasas de participación serán bajas. Otro problema más para la crisis de legitimidad.
  • En 2018, tras muchos años, puede no haber ninguna presidenta en Latinoamérica.

El ciclo electoral 2017-2018 (y también 2019)

Las elecciones que se han celebrado en noviembre en Chile (primera vuelta) y Honduras, dan inicio a una serie de otras cinco –o incluso seis– elecciones presidenciales en la región hasta diciembre de 2018. Además, en 2019 se celebrarán elecciones presidenciales en otros seis países, lo que lleva, como indica Daniel Zovatto, Director Regional de IDEA Internacional para América Latina y el Caribe, a que se celebren elecciones en 14 de los 18 países latinoamericanos en los próximos dos años.

 

Calendario electoral en Latinoamérica
2017
Chile 19 noviembre y 17 diciembre
Honduras 26 noviembre
2018
Costa Rica 4 febrero
Paraguay 22 abril
Colombia 27 mayo
México 1 Julio
Brasil 7 octubre
Venezuela Diciembre (por confirmar)
2019
Bolivia, Argentina, Uruguay, El Salvador, Panamá y Guatemala

14 elecciones presidenciales sin contar con los procesos electorales regionales y a gobernadores en diversos países que servirán, como indica Zovatto, “de indicador del humor en la región en esta nueva era de populismo y antiliberalismo”.

Elecciones entre la corrupción, la desafección y el no crecimiento

Estas elecciones se llevarán a cabo en un contexto muy similar en los diversos países. Como indica The Economist, existe un punto en común a múltiples países latinoamericanos: el constructor brasileño Marcelo Odebrecht, que estableció un sistema para corromper “presidentes, ministros y candidatos para ganar contratos públicos”.

Estos extendidos casos de corrupción suponen minar también la credibilidad y prestigio de la política democrática en Latinoamérica, que ha sido puesta en cuestión de manera profunda, concluye el semanario.

Esto queda confirmado por los datos. Como indican los datos del estudio Political Culture of Democracy in America, el apoyo a la democracia en la región ha caído un 12 por ciento en los últimos 10 años, pasando de casi un 70 por ciento a un exiguo 57, 8 por ciento.

Igualmente, el apoyo a las elecciones ha caído en picado, lo cual es especialmente relevante teniendo en cuenta el ciclo al que se enfrenta la región, pasando de un 61,2 por ciento a únicamente el 39,1.

Finalmente, también ha decaído la confianza en los partidos políticos que, a pesar de que nunca fue alto, ha bajado a mínimos de las últimas dos décadas.

Finalmente, indica Zovatto, los datos de crecimiento económico son bajos: 1,7 % y 1,9 % en 2017 y 2018, respectivamente. Estos datos, como indica The Economist, contrasta aún más con el período de fuerte y rápido crecimiento que le antecedió y creó una serie de expectativas y una más pujante clase media que tiene ciertas demandas al sistema y sus líderes políticos.

Tendencias relevantes para el ciclo electoral

Existen algunas tendencias comunes a diversos analistas que se pueden dividir en varios bloques:

1) Desafección hacia la política, los políticos y los partidos

Esta desafección tiene diversas consecuencias. Por un lado, existe una alta probabilidad de alternancia, es decir, que nuevos partidos y candidatos resulten victoriosos. La reelección inmediata es sólo posible en Honduras –y el presidente Juan Orlando Hernández se ha presentado– y dos expresidentes pueden ser reelegidos – Sebastián Piñera en Chile y Lula Da Silva en Brasil. El resto, necesariamente, serán nuevos.

Surgen, consecuentemente, nuevos líderes políticos, independientes en algunos casos, como el populista de extrema derecha y líder en los sondeos Jai Bolsonaro en Brasil, los más de 30 partidos y candidatos en Colombia o los 40 candidatos independientes pre-registrados en México.

Esta fragmentación partidista extrema puede llevar fácilmente a la “cohabitación”, es decir, la elección de un presidente sin mayoría en el congreso o, incluso, que no pertenezca a ningún partido como tal que le respalde.

2) Ideología y temas de competición

Un primer aspecto relevante es la dimensión entre los pro y anti mercado. Aunque en América Central y del Sur parecen preferir candidatos pro-mercados, el destino de las principales economías de la región –Brasil y México– es más ambiguo. Mientras el triunfo de Mauricio Macri parecía cambiar ciertas tendencias favoreciendo políticas más favorables al mercado, el papel de Manuel López Obrador, principal favorito en las encuestas en México, lo ponen en duda.

Un segundo tema importante, como ya se ha comentado, serán la corrupción, la financiación de las campañas y la inseguridad. En muchos países serán los temas principales de la campaña y pueden llevar a beneficiar a outsiders e independientes percibidos como ajenos a un sistema fundamentalmente corrupto. Igualmente, la importancia de las clases sociales será fundamental. La clase media es mucho menos tolerante con la corrupción que los más pobres, pero también son más cautos con propuestas rupturistas, como indica The Economist.

Por último, a nivel geopolítico, la Coalición ALBA parece que, al máximo, se mantendrá, sin expectativas de expandirse en un futuro próximo. Está por ver si Venezuela tiene elecciones y se puede presentar Nicolás Maduro a su cuarto mandato, e incluso Lenin Moreno, presidente de Ecuador y sustituto de Rafael Correa, parece distanciarse de su predecesor y de esta alianza.

3) Aspectos institucionales

Destacan dos aspectos. Por un lado, la importancia de la doble vuelta en Chile, Costa Rica, Colombia y Brasil. Una segunda ronda es muy probable (ya lo es en Chile) y el ganador de la primera vuelta puede perder la segunda.

Un segundo aspecto, relacionado con la baja percepción de la calidad democrática en la región, es la alta abstención y desafección. En algunos casos, especialmente como Chile –que ha tenido la participación más baja de su historia, un 46 por ciento– sólo superado por Colombia. Podemos tener nuevos presidentes con una baja legitimidad debida a la bajísima participación, especialmente entre los jóvenes.

Esta baja participación y la fragmentación, puede llevar a que las encuestas y previsiones electorales no sean capaces de anticipar los resultados reales. Chile, la primera elección, lo muestra. Sebastián Piñera era visto como el gran favorito, pero, a pesar de ganar con el 36,64 %, quedó lejos del resultado esperado. Más sorprendente aún fue el resultado de Beatriz Sánchez, del izquierdista Frente Amplio, con un completamente inesperado 20,27 por ciento, muy cerca del candidato de centro-izquierda Alejandro Guillier, con el 22, 70 y que pasará a la segunda ronda. Así, es posible que este último, contra todo pronóstico, pueda ganar la presidencia.

4) ¿Y las mujeres?

Las mujeres en un cargo presidencial es un último aspecto interesante y novedoso en las últimas décadas en la región. Tras la abrupta salida de Dilma Roussef y el final del mandato de Michelle Bachelet, es posible que en abril 2018 no haya ninguna mujer en la presidencia de algún país Latinoamericano tras muchos años.

¿Hacia dónde va Latinoamérica?

Este maratón nos mostrará hacia dónde se dirige la región en los próximos años y cómo será la calidad de la democracia en América Latina. Nuevos líderes, tensiones institucionales entre presidentes y congreso, creciente fragmentación y escasa participación que minará la legitimidad institucional, ya muy baja. Mientras, habrá también elecciones de mitad de mandato en EE. UU. y, posiblemente, un cambio en la presidencia de Cuba para sustituir a Raúl Castro. De estos resultados electorales dependerá el camino para atajar los principales problemas de cada país y mejorar así la percepción del sistema democrático en Latinoamérica o, por el contrario, ahondar aún más en su crisis.