Recientemente leí un artículo de Europa Press de febrero de 2020 cuyo título era el siguiente: El 83% de las microempresas continúan sin tener planes de formación para sus empleados.

El artículo arrojaba información muy interesante como que tan solo el 21,22% de las empresas que se podrían haber beneficiado de la formación bonificada, lo habían hecho realmente.

Además, comentan que solo el 16,6% de las microempresas de nuestro país han puesto en marcha planes de formación en el último año y este porcentaje aumenta hasta el 49,7% en el caso de las pequeñas empresas.

Sin embargo, conforme aumenta el tamaño de la empresa, el dato va siendo cada vez más favorable. Alcanza el 81,2% en el caso de las medianas empresas y el 92% para las grandes empresas.

En junio de 2020, el Observatorio Sectorial DBK de INFORME, arrojaba datos de cierre del negocio de la formación a empresas en 2019 que supuso un aumento del 2,4% con respecto a la cifra registrada en el ejercicio anterior.

Según ellos mismos afirman: “por modalidades de impartición, la formación no presencial continuó ganando peso en el sector, llegando a generar en 2019 la cuarta parte de los ingresos totales. Al considerar también la formación semipresencial este porcentaje se situó en el 38%. No obstante, la formación presencial sigue acaparando la mayor parte del negocio, representando el 62% restante.” 

Sin embargo, como consecuencia de la crisis del coronavirus, finalizan afirmando que en 2020 se ha paralizado de manera temporal la formación presencial y se ha deteriorado significativamente la demanda. En este marco, la contratación de programas a distancia continuará registrando un fuerte impulso. 

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¿Y en tu sector?

Ahora que estás leyendo estas líneas, seguro que te vienen a la mente muy buenos ejemplos de programas formativos que has visto en tu sector. Los grandes actores (grupos de compras, retailers, fabricantes, proveedores de servicios…) lanzan todos los años nuevos contenidos de formación para sus clientes, franquiciados y socios de negocio.

Y esos programas tocan áreas muy dispares, desde la parte más centrada en las características de sus productos, hasta las mejores técnicas para venderlos.

Vemos incluso contenido formativo en revistas especializadas. La verdad es que tenemos un abanico muy amplio y muchas opciones para seguir formándonos.

Pero si te fijas bien, todas estas fuentes de formación son externas.

Es cierto que los grandes actores antes mencionados, sí cuentan con departamentos de recursos humanos que se encargan de cubrir sus necesidades formativas a nivel interno para sus empleados y directivos.

Pero… ¿Y las pymes? Esos negocios independientes o pequeños distribuidores con menos recursos, ¿por qué no se suben al carro de la formación para sus trabajadores?

La formación como fuente interna

Un amigo que trabaja en el sector de la consultoría a empresas me dijo que, a raíz de la crisis del coronavirus y después del confinamiento, ninguno de sus clientes (empresas de todos los sectores y tamaños) estaba invirtiendo en formación. Y claro, mi amigo andaba algo preocupado y tenía una actitud bastante pesimista con respecto al panorama de su empresa. Y es que, según me comentó, ni siquiera las empresas de aquellos sectores que estaban lejos de notar la crisis (y que de hecho habían crecido) le estaban demandando servicios de formación, a pesar de haberlo hecho antes de la crisis.

A raíz de la información arrojada al principio y del comentario de mi amigo, me quedé reflexionando… No me gusta que haya un porcentaje tan bajo de empresas que invierten en planes de formación. Y no me gusta porque mayoritariamente son las pymes las que no están haciendo los deberes en este sentido. Sin embargo, son las pymes las que necesitan crecer más que nadie y hacerse aún más fuertes… por tanto, ¿por qué no destinar periódicamente una parte de sus recursos a mejorar?

En la época de nuestros padres lo único que tenía que aportar el trabajador era esfuerzo y compromiso. Dentro, una vez estuvieran trabajando, la empresa se encargaba de su capacitación. Sin embargo, ahora las compañías parece que buscan candidatos que ya vengan formados o se ficha talento de fuera porque vienen con un expertise y unas habilidades que no tienen nuestros colaboradores internos.

Pero ¿por qué no realizar planes de formación inCompany para nuestros trabajadores? ¿por qué no apostar por el desarrollo de nuestros empleados de manera habitual? Es obvio que así seremos más competitivos, ¿no?

Y en caso de apostar por la formación, ¿por qué recortamos en tiempos de recesión (como comentaba mi amigo)? ¿Acaso se va a acabar el mundo tras la crisis?

Precisamente invertir hoy es lo que nos hará más fuertes para el mañana.

 ¿Qué es necesario para conseguirlo?

Como siempre, necesitamos un cambio de mentalidad en las empresas más pequeñas y una buena dosis de actitud positiva para este 2021.

Recibir una formación por parte de tu proveedor, no es dar formación a tus trabajadores. Es conformarse con lo que otros nos dan como parte de sus servicios.

Al igual que tampoco es suficiente con aprender solo la teoría. Esto no se puede llamar formación. Cuando estudiábamos en la universidad, teníamos una parte teórica de la asignatura y una parte práctica, ¿verdad? Pues en los negocios ocurre exactamente lo mismo. No solo es necesario ir a una charla o ver un webinar para aprender, también es necesario completar esta teoría con una formación práctica. Y no vale el típico role play que podemos aplicar en un workshop porque se trata de un escenario simulado que no es real.

Por tanto, veo dos áreas de mejora:

  • La parte teórica es insuficiente. No solo debemos dar formación a nuestros trabajadores sobre temas relacionados con el producto que vendemos. También es muy importante la forma de venderlo, la comunicación con el cliente, la motivación del personal por parte de su superior, saber crear un buen ambiente de trabajo… Recetas que también tienen que aprenderse.
  • La parte práctica es prácticamente inexistente. Lo que hace falta es llevar la formación al terreno, al día a día del negocio. Y esto solo se consigue con un acompañamiento inicial en el propio centro de trabajo por parte de la persona que imparte la formación y con tutelaje posteriormente por parte de otro trabajador que ejerza como padrino.

Solo así habremos completado satisfactoriamente el plan de formación a nuestros equipos. Y solo así conseguiremos los mejores resultados.