En la actualidad, muchos CEO muestran una visión generalmente optimista en lo que respecta al ámbito económico. Según un reciente informe de PwC (22nd Annual Global CEO Survey, 2019), para el que más de 1300 CEO fueron entrevistados, solo un 29% de los CEO encuestados consideran muy improbable un crecimiento económico global en este año. Este dato, aunque supone una mayoría optimista, sorprende sin embargo por su visible aumento respecto al pasado año, en el que solo un 5% de los CEO veía poco probable esta mejora económica. Las cifras evidencian un claro aumento del escepticismo por parte de los dirigentes empresariales (de un 24%).
Este dato no es el único que lo sugiere, ya que los principales indicadores de confianza se ven reducidos, como el crecimiento económico de la empresa en el corto y largo plazo. El número de CEO optimistas para con su empresa en los próximos 12 meses se ha reducido en un 16%.
Lejos del ámbito puramente económico, los conflictos comerciales de grandes potencias como Estados Unidos y China dejan también su huella en las inquietudes de los CEO. Aunque con variaciones según la región del mundo, entre sus principales preocupaciones destacan la sobreregulación, la incertidumbre política, la disponibilidad de habilidades clave en el capital humano y las guerras comerciales, dejando atrás inquietudes geopolíticas o de seguridad que en 2018 fueron determinantes. Estas variaciones geográficas son más patentes en Norteamérica, donde el auge de políticas proteccionistas produce una incomodidad ampliamente generalizada entre los CEO estadounidenses (un 60% de ellos afirman sentirse “extremadamente preocupados”).
Características clave
Ante un contexto de cambio constante y renovación, muchos se plantean qué habilidades serán las más adecuadas a la hora de buscar talento en el futuro mercado laboral. Por una parte, los CEO ven como una dificultad la tarea de atraer talento analítico, en un escenario en el que las skills técnicas serán fundamentales; por otra parte, las soft skills ganan terreno como protagonistas del mañana.
Sin embargo, la irrupción de tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial lleva a muchos CEO a plantearse su necesidad, no como tanto como una acción que responde a objetivos, sino como una maniobra que responde a un temor a quedarse atrás. Sobra decir que el propósito de la tecnología debe estar siempre alineado con una sólida estrategia empresarial. Para ello, es evidente que el talento STEM ha de incentivarse para afrontar los retos que el entorno digital irá presentando. La evolución tecnológica, siempre exponencial, hace complejo imaginar estos desafíos y muchos se cuestionan cómo será el CEO del futuro.
Una reciente investigación (Adecco Group, 2019) dibuja a los líderes del futuro como grandes comunicadores, creativos, y con un dominio de las soft skills que se impondrá sobre el resto de habilidades aprendidas. Para el CEO del futuro, las cualificaciones universitarias no serán imprescindibles, con el auge de la educación online y programas de aprendizaje experimental. Para 2050, esta generación, la Z, supondrá un 75% de la fuerza laboral global.
Los más de 5000 Gen Zs que participaron en este estudio, eligieron como cualidad más valiosa para el C-Suite la capacidad de gestionar equipos y personas, seguida de la comunicación y la creatividad. Otras cualidades que consideraron de gran valor fueron la curiosidad, el aprendizaje ágil y la capacidad de adaptación. Entre las habilidades menos valoradas, la gestión de proyectos, la toma de decisiones guiada por datos y las habilidades de negociación.
Para la consultora Spencer Stuart, la próxima generación de CEO tendrá un fuerte componente tecnológico y una creatividad innata que les permitirá llevar a cabo transformaciones. Estos líderes del futuro, a los que definen como digitales y pensadores disruptivos, sienten una gran curiosidad y afrontan los cambios con valentía. Añaden una batería de rasgos que serán característicos y comunes a este CEO del futuro: será emprendedor; orientado hacia el crecimiento rápido y hacia los datos; será empático y tendrá un propósito claro, con una mentalidad global pero conectado a lo local y a las necesidades del cliente; inclusivo/a; escéptico respecto a una estructura jerárquica; disruptivo/a mediante innovaciones simples; curioso/a y con ganas de experimentar y aprender; ágil y flexible, capaz de establecer comunicación con los diferentes grupos y transformacional de manera orgánica.
Elaborar predicciones en momentos de agitación, como esta revolución 4.0, es tarea complicada. Lo que sí parece claro es que el CEO del futuro será un híbrido entre habilidades personales y comunicativas y un fuerte ADN tecnológico.
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